Concienciar sobre el desarrollo de hábitos de vida saludables ha sido desde el inicio una de las líneas de actuación del Servicio de Atención a la Vida Autónoma, siempre, claro está, ateniendo a las necesidades de las personas usuarias. Entendemos que en la medida en que reporta beneficios físicos y psicológicos, la mejora en el estado de salud refuerza la estabilidad personal y facilita, por tanto, el inicio y consolidación de los procesos de incorporación social.
Más concretamente, durante el mes de noviembre, se realizaron actividades grupales enfocadas a una alimentación saludable, con especial atención en los alimentos que consumimos, los métodos de elaboración, los hábitos y la repercusión en la salud tanto física como emocional. También se abordaron cuestiones relativas a las diferencias culturales en el terreno de la alimentación y, de manera colateral, a las consecuencias que para el medio ambiente tienen los hábitos de consumo y alimentación. Respecto a esto último, y aunque lejano en el horizonte, se persigue también ir construyendo conciencia crítica.
Estas acciones complementan el trabajo que el equipo educativo desarrolla habitualmente tanto en tutorías individuales, como en otros momentos de acompañamiento en la organización y la convivencia de las viviendas. Nos referimos a cuestiones como la elaboración y supervisión de menús semanales, la gestión de la economía doméstica o la realización de compras.
En el fondo de todas estas propuestas late una realidad: la escasa atención que algunas personas usuarias de nuestros servicios prestan a la salud y la alimentación, fruto por un lado de la falta de recursos económicos y, por otro, del abandono personal y el escaso autocuidado que generan las situaciones de exclusión.
